Los padres como
hombres y mujeres tienen dos funciones, la relación conyugal y la relación parental. La
primera se caracteriza por la gratificación y apoyo mutuo que se dan como pareja; la
segunda se caracteriza por la unidad en el acompañamiento de los hijos durante su
desarrollo. Son dos funciones independientes y el éxito en la una no garantiza la
efectividad de la otra; a pesar de esto, entre ellas se debe guardar un equilibrio que las
diferencie, pero, a la vez las conserve.
Cuando ocurre el
momento de la separación o el divorcio de los padres, éstos sólo se ocupan de ellos
como pareja y se olvidan de que los hijos son responsabilidad de ambos y que aún
continúan ahí ; y cuando los recuerdan es para tomarlos como parte de la batalla que
libran.
Los hijos se
afectan por el suceso crítico y no sólo se sienten emocionalmente mal sino que también
tienen temor a ser abandonados y en algunas oportunidades se culpan de lo que está
pasando entre los padres; consideran que no fueron suficientemente buenos y que ello ha
producido el desencuentro entre ellos.
Es de anotar que
el proceso de separación o divorcio es un evento especialmente crítico, pues hay
preocupaciones y conflictos en la pareja, desarmonía entre los padres e incertidumbre en
los hijos.
A continuación se analizará por
separado lo que sucede a los padres, a los hijos de acuerdo con la etapa de desarrollo en
que se encuentren y al grupo familiar como tal.